¿PODEMOS CAMBIAR NUESTROS HÁBITOS?

Todos tenemos hábitos que nos gustaría cambiar: dejar de fumar, comer más sano, hacer más ejercicio, leer más libros, etc. Sin embargo, sabemos por experiencia que cambiar un hábito no es una tarea fácil. ¿Por qué nos resulta tan difícil modificar nuestros comportamientos? ¿Qué podemos hacer para lograrlo?

La respuesta a estas preguntas se encuentra en nuestro cerebro, el órgano que controla todas nuestras acciones, pensamientos y emociones.

El cerebro está formado por miles de millones de células llamadas neuronas, que se comunican entre sí mediante impulsos eléctricos y químicos. Estas comunicaciones forman redes neuronales, que son las encargadas de procesar la información que recibimos del entorno y de generar las respuestas adecuadas.

¿QUE ES UN HÁBITO? HÁBITOS BUENOS Y HÁBITOS MALOS.

Los hábitos son patrones de comportamiento que se repiten de forma automática y que están asociados a ciertos estímulos o contextos. Por ejemplo, cuando nos levantamos por la mañana, tenemos el hábito de cepillarnos los dientes, o cuando sentimos estrés, tenemos el hábito de comer algo dulce.

Estos hábitos se forman porque las redes neuronales que los sustentan se han fortalecido con el tiempo, gracias a la repetición y a la recompensa que obtenemos al realizarlos.

COMO CAMBIAR UN HÁBITO

Cambiar un hábito implica modificar la forma en que el cerebro responde a esos estímulos, lo que requiere de un esfuerzo consciente y sostenido. Para ello, debemos aprovechar la capacidad del cerebro de crear o modificar sus conexiones, lo que se conoce como neuroplasticidad.

La neuroplasticidad nos permite aprender cosas nuevas y adaptarnos a los cambios, pero también nos permite cambiar nuestros hábitos.

¿CÓMO PODEMOS FAVORECER LA NEUROPLASTICIDAD PARA CAMBIAR UN HÁBITO?

Un factor clave es la atención. La atención es la capacidad de enfocarnos en lo que queremos aprender y filtrar lo que no es relevante. Al prestar atención a lo que hacemos, activamos las redes neuronales implicadas y facilitamos su creación o modificación.

Para cambiar un hábito, es necesario prestar atención a las señales que lo desencadenan, a las recompensas que obtenemos al realizarlo y a las alternativas que podemos elegir para sustituirlo.

EJEMPLO DE UN CAMBIO DE HÁBITO

Por ejemplo, si queremos dejar de fumar, podemos identificar los momentos en los que sentimos el impulso de encender un cigarrillo, las sensaciones que nos produce y las actividades que podríamos hacer en su lugar, como beber agua, masticar chicle o respirar profundamente.

Pero para llegar a saber cuál sería la estrategia más eficaz es importantísimo que nos encontremos presentes en el momento que estos resortes se activan, para que podamos observarnos sin juicio y averigüemos que los ha activado.

Al repetir este proceso varias veces, estamos creando nuevas redes neuronales que nos ayudan a cambiar el hábito. Sin embargo, esto no significa que las redes antiguas desaparezcan por completo.

¿CUÁNDO PODRÍAMOS DECIR QUE LAS REDES ANTIGUAS YA NO ESTÁN OPERATIVAS?

Para eso  es necesario que volvamos a pasar por el mismo escenario y observemos en presencia que ya no salta el resorte. Por eso, es importante mantener la motivación y la constancia para consolidar el cambio y evitar las recaídas.

Como dijo Aristóteles: «Somos lo que hacemos repetidamente. La excelencia, entonces, no es un acto sino un hábito».

CAMBIAR NUESTROS HÁBITOS NO ES IMPOSIBLE

Cambiar nuestros hábitos no es imposible, pero requiere de voluntad, paciencia y perseverancia, por supuesto sustentado todo por la presencia y la atención.

Si queremos mejorar nuestra calidad de vida, debemos empezar por cambiar nuestra forma de pensar y actuar.

ESTRATEGIA. ¿CÓMO LO HACEMOS?

Yo siempre recomiendo empezar por encontrar un hábito que nos está dañando, empezar por sólo uno y decidir que lo vamos a cambiar. Es imprescindible que tomemos el serio compromiso con nosotros que vamos a lograrlo, qué le vamos a dedicar atención, foco. 

Cuando decimos que vamos a intentar hacer algo, estamos diciendo que no lo vamos a hacer. Tenemos que decir que si lo vamos a hacer. 

No sabemos cuántas veces vamos a necesitar repetir la escena, pero sí sabemos con certeza que si estamos presentes y le ponemos foco a lo que queremos integrar dentro de nosotros, llegará el día en que lo hagamos de forma automática.

EJEMPLOS DE CREACIÓN DE RED NEURONAL UTIL

Todos lo hemos experimentado al aprender a andar, solo que no lo recordamos. ¿Cuantas veces nos caímos antes de andar de forma automática?

Otro ejemplo que puedo remarcar aquí, es cuando aprendimos a conducir.

Para aprender a conducir un coche necesitamos poner mucha mucha atención a todo el proceso, además de recordar muchas cosas nuevas. 

Al principio era abrumador y en algún momento pensamos que jamás nos acordaríamos de todo en el momento preciso, pero al cabo de un tiempo podemos conducir y hacer otras cosas al mismo tiempo porque el proceso de conducción ya se ha integrado. Ya tenemos una red neuronal funcionando en eso.

Algo tan básico como andar, que creemos que es sencillo, porque lo integramos cuando éramos niños, tiene mucha complejidad. 

Cualquier adulto que haya tenido que volver a aprender después de sufrir un ictus lo podría confirmar.

RESUMIENDO.

Identifica el hábito que quieras cambiar, empieza por el primero, crea tu compromiso y ponte manos a la obra con paciencia, constancia y mucha presencia. Cuando este hábito es cambiado por otro, podrás pasar al siguiente.

Otra ventaja en este proceso de poner atención y presencia a aquello que realizamos es que nos da la posibilidad de ponerle amabilidad a nuestro acto, y ya la neurociencia ha demostrado que cuando somos amables con nosotros mismos el cerebro aprende más rápido.

Las redes neuronales se crean por medio de la repetición constante de algo. Deja de usar esa red, deja de repetir ese algo y la red se irá apagando por sí sola.

En el cuerpo, lo que no se usa, se anula. Esta es una máxima que el cuerpo cumple siempre.

REFLEXIÓN FINAL

¿Y tú? ¿Qué hábitos te gustaría cambiar? ¿Qué estrategias utilizas para lograrlo? ¿Qué beneficios esperas obtener? Te invito a reflexionar sobre estas preguntas y a compartir tus experiencias conmigo. Estaré encantado de escucharte y apoyarte en tu proceso de cambio.